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Probablemente es demasiado pronto para decirlo, pero en el futuro, los historiadores económicos podrían considerar la pandemia de Covid-19 como un momento decisivo del siglo XXI. Cuando, hace poco más de una década, la Gran Crisis Financiera (GFC) golpeó la economía mundial, se consideró con razón un momento así. El legado de la pandemia podría ser aún más profundo y duradero.
El impacto económico del coronavirus ha sido descrito de varias maneras como una animación suspendida, una hibernación o un coma inducido para gran parte de la economía mundial. Estas metáforas traen a la mente dos características clave. La actividad económica se ha derrumbado de manera aún más abrupta que en la Gran Depresión, hasta profundidades aún mayores que las del GFC y, una vez más, los bancos centrales han actuado como primera línea de defensa, haciendo todo lo posible por estabilizar los mercados y el sistema financiero en general y por preservar el flujo de crédito a las empresas y los hogares.
Esta configuración sin precedentes aumenta enormemente la incertidumbre sobre la evolución futura de la economía.
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